martes, 17 de marzo de 2009

Sóla vas a quedarte Olivia, nadie te va a querer nunca más.
Caminaría hasta una escalera de cinco escalones gigantes, tropezaría, rompería un diente de mi boca, de los de arriba, lloraría y tendría que ir al dentista que me lo volvería a pegar, para tiempo después, con una pelota de cuero que le comprarían a mi primo Germán, volver a romperlo.

- Vos te preocuparías porque lloro,
- yo te diría que no me molestes.
Esa tarde en tu casa dejarías tres cuartos del vaso de leche y te irías a tu habitación a abollar con la comisura de la puerta un autito de carreras que te regalé.
Al otro día no me saludarías, no me mirarías siquiera. La dentista me habría dado un globo al que habría estado cuidando la tarde anterior, temiendo que se pinchará, porque el color rojo era tu preferido.Me acercaría a dartelo, lo mirarías con los labios apretados y pondrías tus dos manos sobre mi panza, me empujarías y yo, desconcertado, no ofrecería resistencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario